Llueve la premura del tiempo extraviado
caduca indiferencia
desconfiado
resquicio
lo imaginario corrompe lo real
a la puerta de la paciencia moribunda
es que lo irreparable del pecado ajeno
imposibilita el retorno.
No pagaré lo impropio
ni sobreviviré a mi culpa que no fue
aunque el ojo agazapado recorra sus entrañas
y solo una mano desgarre su piel.
Hoy, una sombra de lujuria cubre la espalda
como guía al horizonte de humedad
que se extravía en la profunda oscuridad
de la luz de tu verdad.