Bien podría la noche
ser cómplice del vórtice de una herida.
Bien podría el ocaso
morder la cola del lobo.
Pero la imposibilidad del retrato
conmueve la última gota
de una lluvia pasajera.
Mas aun queda el aliento
de otro exiguo septiembre,
y asi desnudar el gélido invierno
que nos congela el silencio
dormido
desesperado
e
iluso
siempre a la espera.
Bien sabe la noche
ResponderEliminarque en su manto se esconden también las esperanzas, por eso teme
y espera.
Un verdadero festín el leerte.
La noche como cómplice y compañera, como participe de verdades a la espera de ver la luz del amanecer.
ResponderEliminarUn abrazo para ti.